Cuando
sonó el timbre que finalizaba las clases por hoy me dirigí a la
sala de castigados. La gente me miraba mientras pasaba, en esos
momentos estaba confirmando los rumores. Era cierto, me habían
castigado por esta con Ryan en el armario de la sala de profesores,
¡pero no porque nos estuviésemos enrollando ni nada parecido!
Tenía
que pensar algo para finalizar los rumores, pero primero tendría que
cumplir mi castigo.
Llamé
a la puerta de la sala de castigados, allí estaba la profesora de
creo que era de literatura que nos castigó a mi y a Ryan.
-Hola
señorita Miller, espere aquí a que venga Collins y les indicará el
conserje como y donde deberéis cumplir el castigo ¿de acuerdo?
-Ajá.-
respondí.
La
profesora abandono la clase dejándome allí sola esperando a Ryan
sentada.
Pasaban
lo minutos y no venía... No sabía si alegrarme o enfadarme, es
decir, no quería cumplir el trabajo sola, ya que sería injusto y
mucho mas trabajoso para mi, pero tampoco tenía ganas de tener que
aguantarle y arriesgarme a ser castigada de nuevo.
Diez minutos mas tarde Ryan entró en clase sacudiéndose el pelo. Echó un
vistazo a la clase.
-¿Estás
sola?- dijo Ryan.
-No,
como puedes ver la clase está llena...- dije irónicamente ante el
visible hecho de que efectivamente estaba sola.
-Ja-ja.-
dijo él que no le había hecho gracia.- Quiero decir que si no hay
ningún profesor.
-Si
hubieses llegado a la hora acordada y no diez minutos tarde sabrías
que el conserje está por venir y que nos mandará el trabajo que
tengamos que hacer.- respondí.
-Vaya,
que lástima, tenía esperanza de poder continuar lo que dejamos a
medias ayer en el armario.- dijo esbozando una sonrisa.
-No
habrás ido diciendo por ahí que nos enrollamos ¿verdad?- dije
algo molesta.
-Yo
no he negado nada... Que la gente piense lo que quiera. Nosotros no
tenemos nada que ocultar.- dijo aun con esa sonrisa.
-Cierto,
por eso deberíamos decirles a todos que entre tu y yo no hay
absolutamente nada.
-No
sé me da bien mentir...- picó, con esa sonrisa que sabía que me
molestaba tanto. Tal vez porque me encantaba, pensé, y en seguida
eliminé ese pensamiento de mi cabeza.
-Está
bien, en ese caso di que al menos por mi parte no hay nada, si tu
estás enamorado de mi no es mi problema. Así no tendrías que
mentir.- dije y él soltó una breve carcajada.
-Sé
que estás loca por mi... Hoy has sido la envidia de toda las chicas
en el instituto ¿verdad?- dijo él.
-¿Por
estar castigada y tener que soportar a un chulo engreído? No lo
creo.- dije levantándome y dirigiéndome a la puerta.
¿Donde
estaba el maldito conserje? ¿Es que no pensaba venir nunca?
-Muchos
se morirían por estar por estar en tú lugar ahora mismo.- dijo
agarrándome por la cintura y pegándose a mi- Deberías de sentirte
afortunada.- dijo susurrando a mi oído y provocándome un
escalofrío.
Lo
peor de todo es que era cierto, TODAS la chicas babeaban por Ryan
¿por qué? Porque era guapo, con dinero, popular, estaba en el
equipo de fútbol... Entre otras cosas. Si no fuera tan gilipollas yo
también babearía por él, pero no era el caso.
Le
aparté de mi con un codazo y salí de clase en busca del conserje,
Ryan me seguía.
Llegué
a la conserjería y allí estaba el maldito conserje.
-Por
fin llegáis.- dijo él conserje entregándome un juego de llaves.
-Se
supone que ibas a venir tu...- dije y él me ignoró.
-Bien,
ir al gimnasio y ordenar todo en el pequeño almacén, los de primer
curso han tenido clase a última hora y han dejado todo patas arriba.
Esas son las llaves, si termináis pronto venir y os daré mas
trabajo.
Era
mejor que lo que pensé que haríamos. Creí que nos darían fregonas
y nos harían limpiar las clase y despegar los chicles de debajo de
las mesas, lo cual era realmente asqueroso.
Caminé
sin decir nada mas al gimnasio detrás de Ryan que ya había
emprendido su camino hacia allí. Sería fácil y rápido, ordenaría
aquello y después me iría, lo malo es que sería así hasta
vacaciones de navidad...
Llegué
al gimnasio que se dividía en varias partes. Estaba lo que era el
gimnasio en si, con espejos a los lados y bastante buenas
instalaciones, los vestuarios divididos en chicas y chicos con las
duchas y el pequeño almacén.
De
vez en cuando también hacíamos gimnasia en el estadio de fútbol,
pero eso lo solían reservar para los entrenamientos de animadoras y
de fútbol. El estadio era enorme, con césped bien cortado, las
gradas extensas, y la pantalla donde ponía el marcador.
El
fútbol americano era muy importante en prácticamente todos los
institutos y se dejaban bastante dinero en los uniformes,
instalaciones y demás.
Además
el equipo de nuestro instituto era bastante bueno los Blue Devils,
antes me solía tragar todos los partidos y algunos entrenamientos de
los Blue Devils al estar saliendo con Ryan, pero en cuanto lo dejamos
no he vuelto a ver ninguno, ni tengo pensado hacerlo.
El
gimnasio no estaba tan desordenado como creí que estaba, solo había
un montón de balones en el suelo, algunas colchonetas descolocadas,
raquetas en sitios que no deben... Y bueno, no mucho mas.
Fui
hacia el almacén para abrirlo con las llaves que me había entregado
el conserje, mientras Ryan cogía una pelota de baloncesto y con
destreza la lanzaba a canasta consiguiendo introducirla.
El
juego de llaves tenía muchas llaves... Y no sabía cual era la
indicada, así que tendría que probar con todas...
Ryan
vio mis torpes intentos por abrir la puerta y se rió de mi.
-¿Necesitas
ayuda?- dijo aun mofándose.
-No
creo que tu puedas hacer mucho mas de lo que yo estoy haciendo.
-Yo
creo que si.
Ryan
se acercó a mi y se colocó a mi lado mirándome. Yo lo seguía
intentando con las diferentes llaves y nada.
-¿Me
permites?- dijo él extendiendo la mano para que le entregase las
llaves.
-Deleitame.-
dije entregándoselas y sabiendo que él tampoco lo conseguiría con
esas cantidad de llaves.
-¿Sabes
que Alison?- dijo mientras ojeaba las llaves.
-Que.-
dije, y él escogió una llave y la introdujo sin problemas en la
cerradura abriendo la puerta.
-Pues
que las llaves tienen etiquetas, en las que dice que puerta abre...
Curioso ¿verdad?- él sonrió ampliamente. Me había dejado mal. Yo
me puse roja de furia y abrí la puerta del todo y después me giré
para coger unos cuantos balones.
Ryan
se rió ante mi reacción.
Cogí
algunas pelotas de tenis y después me dirigí de nuevo al almacén
para guardarlas. Ryan seguía ahí plantado frente a la puerta
mirándome. Según entré en el almacén se giró de nuevo para poder
mirarme.
Las
pelotas de tenis iban en un estante alto, dentro de una caja. Me
subí a una silla, pero desgraciadamente seguía sin llegar. Puse un
pie sobre el respaldo de la silla y me impulsé subiendo hasta
arriba.
-Te
vas a caer.- comentó Ryan.
No
le respondí, abrí la caja y empecé a meter las pelotas en ella, y
entonces las patas de la parte delantera de la silla se empezaron a
levantar debido al contra peso. Ryan tenía razón, me iba a caer.
La
silla se derrumbó en el suelo mientras yo caía en lo brazo de Ryan.
Había sido hábil y me había atrapado antes de caer al suelo.
-Gracias...-
murmuré.
-De
nada.- dijo sonriendo.
Genial,
hoy estaba que me lucía, primero las llaves y ahora eso. Él me dejó en el suelo y volví a
levantar la silla y de nuevo salí del almacén a seguir recogiendo.
Entre
Ryan y yo conseguimos recoger todo el gimnasio en veinte minutos.
Habíamos acabado pronto, lo cual significaba que tendríamos que
volver para que nos mandaran mas trabajo, lo cual no me apetecía
nada.
Me
dirigí a la puerta para salir del gimnasio.
-Espera.-
dijo Ryan.- ¿A donde vas?- preguntó.
-¿A
donde crees que voy? A que nos manden mas trabajo.- dije.
-¿Es
que quieres seguir trabajando? Hemos terminado pronto, merecemos un
descanso.- dijo él, y era cierto.- ¿Te hacen unas canastas?- dijo
levantando una pelota de baloncesto sobre su mano.
-Sabes
que no tienes nada que hacer contra mi.- dije arrebatándole la
pelota y haciéndola botar hasta la canasta y haciendo un tiro
perfecto.- Eso han sido tres puntos.- dije mirándole y sonriendo. Él
corrió hacia mi haciéndose con la pelota y yo intenté quitársela.
Eso
me recordó a los viejos tiempos, cuando aun estábamos juntos. Él
tenía una canasta en el jardín de su casa y siempre acabábamos
picándonos y jugando juntos. Yo era bastante buena, y le ganaba en
bastantes ocasiones.
Estuvimos
jugando y riendo por tres cuartos de hora y cuando pasó una hora
desde el comienzo de nuestro castigo guardamos la pelota con la que
habíamos estado jugando y no dirigimos a conserjería.
-Que
sepas que te he dejado ganar.- dijo él y yo me reí.
-Venga
Ryan, no te lo crees ni tu, sabes que soy buena.- dije sonriendo.
-No
tanto como yo, pero bueno, soy un buen chico y te dejo que creas que
me has ganado.- dijo guiñándome un ojo.
Le
entregamos las llaves al conserje y caminamos juntos hasta la puerta
del instituto.
-En
fin,- dijo él.- Nos vemos mañana ¿no?
-Claro,
en el castigo...- dije.
-Genial...
Pues hasta mañana.
-Hasta
mañana.- respondí y caminé de vuelta a casa.
Era
raro, hacía tiempo que no estaba así con Ryan. Resultaba agradable,
y eso me asustaba.
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Bueno, pues hasta aquí el capítulo de hoy :)
He estado bastante liada esta semana pero el Viernes me dejaron castigada a última hora en mi instituto y me vino la inspiración y comencé a escribir en clase XD, así que el castigo me sirvió para algo.
En fin, que espero que os haya gustado y que muchos besos y hasta el próximo capítulo. Se os quiere <3
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